domingo, 7 de febrero de 2010

La intención de lo Real Maravilloso: La búsqueda del Pasado en Pedro Páramo de Juan Rulfo


Alguien dijo ‘La vida es una actividad que se ejecuta hacia adelante, y el presente o el pasado se descubren después...’. En un comienzo me sorprendió la audacia del refrán, el juego de palabras y el mensaje al decir: ‘descubrir el pasado después’. En estas palabras quiere rescatar el sentido de lo sucedido, la enseñanza, o, como decían en el final de las fabulas: ‘la moraleja’. Es evidente que el pasado enseña, que la historia es el fundamento de cualquier ciencia social, que el contexto histórico es básico para el entendimiento de una novela o de un autor. No podemos olvidar que la historia está en todos lados, que es indispensable para los creadores o para los que simplemente copian. Sin la historia, sin los ‘tormentos de la memoria’ como decía García Márquez, no podemos construir un futuro. Volver al pasado, la historia, mirar hacia atrás, te forma una identidad como hombre dentro de una sociedad. No es lo mismo ser alemán que ser judío, norteamericano o musulmán y tampoco español o peruano, aunque en este último caso una parte de la historia nos puede jugar una mala pasada. En definitiva, somos lo que somos por nuestra historia.

Juan Rulfo, en su novela Pedro Páramo (1955) nos narra esa vuelta al pasado en el momento que Juan Preciado decide ir en busca de su padre, Pedro Páramo. El padre representa el pasado del pueblo de Comala, un lugar netamente campesino, agrícola, donde al parecer no vive nadie, porque todos están muertos, como si una maldición hubiera caído sobre aquel lugar. En otras novelas latinoamericanas, donde utilizan el ‘nuevo comienzo’ de un pueblo, como en el caso de Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, donde la familia Buendía funda Macondo, un paraíso donde lo maravilloso se confunde con lo cotidiano; este nuevo comienzo trae consigo un pasado que no pueden descifrar, una historia que obvian, que mantienen apartada en un espacio de la casa. Lo que diferencia a Pedro Páramo es que esta novela nos muestra el final de Comala, el apocalipsis de un pueblo en donde abundan los mitos y creencias, un pueblo netamente americano, donde temas como la muerte son tomados con ironía y normalidad. Cien Años de Soledad, desencadena la historia de Latinoamérica, mencionándola como un lugar paradisiaco, bello, justo, natural, donde la corrupción y la violencia no contamina a sus habitantes, entendiendo por violencia esas que permiten el poder, esas que envilecen al hombre convirtiéndolo en un asesino sin razón, sin el mínimo concepto del honor. Comala es un sitio árido, destruido, abandonado, víctima de las consecuencias de esa corrupción y esa violencia que, en su búsqueda del poder, terminan por destruir lo trascendente. Pedro Páramo representa al gamonal, al principal opresor de los habitantes del pueblo de Comala, quienes eran víctimas de violencia, robo de tierras y corrupción indiscriminada. Todo un pueblo sometido a la voluntad torcida de un hombre. Macondo, con el transcurrir de la novela, va conociendo y siendo parte de ese mundo capitalino, de esos gérmenes latinoamericanos llamados guerra y modernismo que buscan acabar con la ideología del otro y hacerse dueño del ‘cambio total’. Un ejemplo claro son las guerras civiles entre liberales y conservadores, que terminaron con la paz y el orden en Macondo. Podemos concluir de ello, que García Márquez buscaba hacer una síntesis de las guerras civiles en América, logrando definir exactamente los verdaderos motivos de ellas: ‘la búsqueda del poder’.

Por otro lado, viendo las técnicas literarias en algunas obras Latinoamericanas, notamos que existe el argumento de la novela dentro de la novela. Como podemos ver en Cien Años de Soledad, donde los manuscritos de Melquiades vienen a ser el archivo, el pasado que los macondinos no pueden descifrar hasta que ya es demasiado tarde. A diferencia de la novela de García Márquez, Pedro Páramo va de atrás hacia adelante, mostrando las consecuencias del gamonalismo en Comala y los resultados de la violencia dentro de la historia latinoamericana. Todo comienza desde el viaje de Juan Preciado luego de la muerte de su madre, la búsqueda del padre que no conocía, el encuentro con su medio hermano en las puertas de Comala, los diálogos con Eduviges y los recuerdos de Pedro Páramo. Cien Años de Soledad y Pedro Páramo son dos maneras ejemplares de contar la realidad, la realidad de América Latina.

Quisiera detenerme en el autor de Pedro Páramo, Juan Rulfo, quien nació México (1918). Su nacimiento coincidió con el fin de la revolución Mexicana (1910-1917) y su niñez padeció la guerra cristera (1926-1928), una secuela de la revolución. Su personalidad sencilla, tímida y retraída hizo que su obra no fuera extensa en número pero genial en contenido. Sus primeras obras fueron destruidas por el mismo porque las consideraba retoricas. Por eso podemos conocer La vida es muy seria en sus cosas, Nos han dado la tierra, Macario (1945), El llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955). Luego, ese mismo año, publicaría un par de cuentos más El día del derrumbe y La herencia de Matilde Arcángel para luego alejarse del trabajo literario e internarse en su trabajo con los indígenas mexicanos. Esta preocupación por México, por su gente y su tierra, fue lo que lo llevó a tomar el rumbo de su narrativa. Esa búsqueda por describir ese mundo agrícola, indígena, lo llevó a analizar temas como el problema de las tierras, la guerra, el amor, la muerte, la búsqueda del padre ausente, la identidad, el mito, las tradiciones, y todo en un volumen de 150 páginas donde intenta que la ficción describa, sin querer, porque Rulfo no hace un intento desmedido por dejar en claro que está hablando de Latinoamérica, no intenta dar datos exactos, a excepción del lugar geográfico que sí existe. Todo el desarrollo de la novela de dedica a jugar con el dialogo de los personajes que se apoderan de esos detalles que terminan haciendo de la novela un texto claro y directo. La forma de usar sus conversaciones dentro de la novela, ese lenguaje campesino, rural, muestra su interés por el tema indígena y muestra una pesadumbre sobre el final de esta clase desvalorizada, no solo en México, sino en buena parte de América. El tema del amor es tocado de manera no gravitante. Solo podemos rescatar el amor de madre e hijo, el amor de pareja entre Pedro Páramo y Susana San Juan y el amor incestuoso entre dos hermanos. En este último caso, podemos relacionarlo, nuevamente, con Cien Años de Soledad, donde el tema del incesto es tocado de manera abierta y sin complejos. Posiblemente los autores hayan tomado como referencia el complejo de Edipo, pero también podemos rescatarlo de alguna creencia o mito indígena. En el tema político, la imagen del terrateniente, representado por Pedro Páramo, deja claro el abuso por las tierras, el maltrato al campesino, sin ningún tipo de justicia, simplemente guiados por el capricho del feudal y sus intereses. La muerte es otro tema fundamental en la novela. Rulfo menciona que utiliza la muerte para hacer una narración más ligera y no desperdiciar palabras dando apariciones a los personajes. De alguna manera la muerte le da licencias para jugar con los personajes, sin demorar en presentaciones ni detalles superfluos. La muerte es tomada como un tema cotidiano. El hecho que los muertos puedan hablar con los vivos, nos da ese contexto mítico y desolador que claramente tiene la novela. Nos perdemos en las declaraciones de ese mundo fantasmal que narra la historia del pasado de un pueblo, de una manera ágil, irónica y desafiando el tiempo y el espacio, hasta, la vida misma. La violencia, el desamparo, la venganza, el abandono de las tierras producto de las guerras, son temas abordados por Rulfo, gracias a las vivencias de sus primeros años.

Los escritores que pertenecen a la corriente literaria de lo real maravilloso tienen en común una fuerte base histórica. A esta base histórica, Gonzales Echevarría llama ‘archivo’, y está presente en gran parte de la novela hispanoamericana del siglo XX. La búsqueda del archivo, el descifrar su contenido, el tener entre manos el manuscrito de la historia real de Latinoamérica, esa misma historia que permite la creación de toda la ficción de una novela, como en el caso de Cien Años de Soledad, donde las hojas de Melquiades terminan siendo la novela misma. ¿Por qué los manuscritos de Melquiades no pueden ser leídos en las primeras líneas de la novela? Porque, seguramente, el mensaje del autor es que nosotros, y el mundo en general, aún no valora los orígenes de la cultura americana. Seguimos siendo vistos como cosas raras, indígenas irracionales y no obtenemos un respeto como cultura. Ese respeto lo conseguimos conociéndonos y sabiendo quienes somos verdaderamente. La única forma de conocer aquello es leyendo nuestra historia y concientizando nuestro presente para saber a dónde vamos. La novela latinoamericana busca eso. En Pedro Páramo nos muestras que el fin de la guerra no es otro que la destrucción y el aniquilamiento de una cultura, la cual es sometida a lo moderno, a los intereses personales, al capitalismo y a los intereses de extranjeros. En Cien años de soledad, vemos el camino desde la fundación del paraíso hasta el fin del mismo. Una propuesta ambiciosa, que lo que busca es ser ese archivo para las nuevas generaciones, responsables del futuro de América.

Las guerras civiles en América fueron frecuentes en el último siglo. Podemos decir que todo comenzó en 1910 con la revolución mexicana, en un afán de destronar al presidente Porfirio Díaz. Ante el abuso del presidente mexicano, incurriendo en reformas agrarias que afectaban los intereses de los feudales, estos últimos buscaron acabar con la dictadura imperante y tuvieron el apoyo de la masa campesina dictando un falso discurso. La revolución fue un éxito y Porfirio Díaz fue derrocado. Francisco Madero asumió el poder para luego ser asesinado por los mismos lideres idealistas que lo acompañaron en la revolución. La revolución duró siete años, donde el poder paso de mano en mano entre los mismos revolucionarios. Luego la iglesia también tomó parte importante en la situación política de México, cuando en 1926 intentan poner fin a las cotas impuestas por el gobierno revolucionario, los miembros de la iglesia entraron a la guerra, generando más violencia en nombre de Dios. En Cien años de soledad, Gabriel García Márquez intenta hacer un extracto de todas las revoluciones sucedidas en América. Cuando la guerra civil estalla en Macondo, el coronel Aureliano Buendía asume el liderazgo de los liberales y se internan en sendas batallas contra los conservadores. En un principio parecía que las ideologías eran divergentes. Por un lado los conservadores, quienes ostentaban el poder, daban una importancia gravitante a la iglesia, hacían diferencia entre los hijos naturales (hijos fuera del matrimonio) y los legítimos (hijos dentro del matrimonio), y creían en un gobierno totalitarista, centralizado. En el caso de los liberales, quienes buscaban arrebatarles el poder, su visión de gobierno era descentralizada y federal, creían en la igualdad de derechos para cualquier hijo, ya sea nacido dentro o fuera del matrimonio, y en el manejo ético del poder, ya que, el coronel Aureliano Buendía, decide hacerse liberal luego de un episodio donde su suegro, que era conservador, hace trampa con el ánfora que tenían los votos para las elecciones presidenciales. Luego de una devastadora guerra civil interna y con el deseo de reinstaurar la paz en Macondo y en todo el país, deciden, liberales y conservadores, firmar el tratado de Neerlandia, donde los acuerdos hacen pensar que no hay mucha diferencia entre ambas posturas. Estaban peleando por el poder, nada más. Esta última conclusión irónica a la que llega García Márquez, es la misma que entiende Rulfo en Pedro Paramo, donde deja tácitamente escrito que no importa quien lleve el poder si al final se termina como Comala, muerta, desolada y nostálgica.

Después de la guerra, el otro mal que aqueja América es el ingreso irresponsable y desmedido del capital extranjero. En la novela de García Márquez aparece esta empresa trasnacional bananera, que viene a invertir en Macondo, pero que en el fondo vende un ‘falso progreso’, porque el ingreso del capitalismo irresponsable no viene cargado de un tema social, sino individual, donde los dueños del capital buscan beneficiarse a costa del trabajo de los que no tienen el capital. Este falso progreso también es un mal tan dañino como las mismas guerras, porque genera desigualdad, una mala distribución de la riqueza y el abuso contra el más necesitado, el pueblo. El capitalismo, en la obra de Rulfo, es representado por esta otra forma de explotación que es el feudalismo, que si bien antecede al capitalismo, mantienen las mismas bases fundamentales: ‘los mayores beneficios para los dueños de la tierra, en el feudalismo, o para los dueños del capital, en el capitalismo’.

Este nuevo sistema capitalista no hace más que fortalecer las diferencias marcadas entre la clase dominante y la trabajadora. Este tema suma para el archivo en la obra de García Márquez y en la de otros autores del género. Muestra de aquello, es la alusión a la matanza de obreros en la empresa bananera. También la relación entre una hija burguesa como Meme y Mauricio Babilonia, un trabajador obrero. El hijo de esta relación comete el verdadero incesto cuando tiene relaciones con su tía, Amaranta Úrsula, hermana de Meme. Este mensaje claro, contundente, sobre las diferencias sociales en Macondo nos da una muestra clara del tipo de sociedad en la que se convirtió el pequeño pueblo. Un lugar capturado primero por la miseria política y luego por la invasión del capitalismo.

El feudalismo fue lo que terminó con Comala. Ante los abusos interminables de Pedro Páramo, los habitantes de aquel pueblo fueron escapando. Dice en la novela que por un tiempo Comala se convirtió en un sitio de ‘adioses’, donde todos se despedían prometiendo volver, sin embargo, esto último jamás sucedía. Se fueron quedando en Comala solamente los que tenían mayor relación con Pedro Páramo hasta el día de su muerte, y, aun después de muertos, jamás pudieron escapar de ahí. Sus almas merodearon el pueblo sin descanso, por siempre.

Volvamos al tema del archivo, esta forma de introducir en la novela una novela que contiene a la misma. Podemos intuir que los manuscritos de Melquiades era la novela de García Márquez. Este mismo ejemplo podemos ver en la novela de Alejo Carpentier Los pasos perdidos donde el personaje principal, cuando entra a este mundo escondido de la realidad, Santa Mónica, en medio de la selva, lo que hace es escribir una historia, reproducida de sus vivencias en aquel lugar. Por causa de la falta de papel, el personaje decide abandonar el lugar para ir en busca de material para seguir escribiendo. En su regreso a la realidad, busca el papel y publica lo avanzado en su trabajo. Esa publicación, al igual que los manuscritos de Melquiades, es la misma novela. Cuando el personaje regresa en busca del lugar perdido, se da con la sorpresa de que ya no puede encontrar la entrada a dicho paraje.

La importancia del archivo en la literatura latinoamericana es fundamental, porque nos muestra nuestro pasado y la historia de dónde venimos. En un continente donde la multiculturalidad es su principal característica, después del periodo de la conquista, la inmigración china y africana, podemos decir que somos una mezcla de todos los continentes, habitando en un relieve mágico, único e irrepetible en ningún otro lugar. En El reino de este mundo de Carpentier, encontramos la historia haitiana donde vemos que sus principales autoridades, luego de ganar la independencia, implantan un gobierno semejante al que Francia tenia sobre ellos, tirana y opresora. Muestra como somos capaces de copiar lo ajeno, sin darnos el trabajo de buscar lo que fuimos antes y juntarlo con lo que somos ahora. Esa búsqueda de la identidad, de conocer de qué estamos hechos, qué es lo que nos hace diferentes a nuestros colonizadores de siglos pasados y de los actuales, esos que mantienen una colonia basada en el poder económico.

Mantener una unión entre americanos, yendo a un mismo frente, tirando del mismo lado, sin atropellarnos en guerras revolucionarias como la de Cuba (1959), golpes de estado como el que ocurrió en Chile (1973) o levantamientos campesinos como en El Salvador (1932). La idea es aplicar un sistema coherente con las necesidades y características de América. Hoy en día son aplicables las posturas que alguna vez Gabriel García Márquez refirió en la premiación del Nobel, cuando fue el ganador (1982). Han pasado casi tres décadas y seguimos siendo esa América pintoresca, donde sus habitantes propinan golpes de estado y destierran presidentes. Donde los más pobres siguen siendo pobres, donde la educación sigue siendo selectiva, donde el racismo mantiene sus rezagos, donde la cultura indígena aún sigue siendo maltratada y la historia se sigue ignorando.

Es alarmante que el Boom siga manteniendo una vigencia hasta nuestros días, pero una vigencia exótica y no transformadora. La genialidad de sus representantes, García Márquez, Rulfo, Carpentier, Vargas Llosa, Fuentes, marcaron una diferencia notable en el mundo literario porque fueron a las raíces de su propia cultura, sin venderse. García Márquez crea Macondo, usa la ficción para narrar una historia que parte de Aracataca, su ciudad natal, ese pueblo caribeño, pegado al mar, denominado provinciano, donde su abuela vivía contándole historias maravillosas que solo podían gestarse en pueblos como los latinoamericanos. Rulfo en México, un país con una gran cultura ancestral, con fuertes cambios políticos, plagada de miles de mitos y creencias, propias de la región. El Caribe, todos los países de Centro América, como Cuba, con una cultura diferente a la que vemos en América del Sur, sobre todo en países como Perú, Bolivia, Chile y Argentina, pero sin embargo, todos partes de un solo continente. Somos herederos de un pasado muy rico, geográfico, histórico, literario y culturalmente hablando. Lo real maravilloso puede convertirse para nosotros en ese archivo que debemos tener presente para el nuevo comienzo, para la nueva nación unificada que debemos empezar.

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