domingo, 5 de julio de 2009

La Teta de Claudia

Prendí la televisión y quedé asombrado, embobado, completamente alucinado por la sonrisa gringa de una linda directora de cine, peruana ella, hija ilustre de una familia ilustre, nada menos que los Llosa. Silenciosamente, como generalmente pasa en nuestro país, algún peruano (o algún grupo de peruanos) viaja rumbo a alguna competición, certamen, prueba, torneo, festival, concurso o cualquier evento internacional, saliendo por el Jorge Chávez sin el ‘adiós, buena suerte’ de ningún compatriota, sin las cámaras de ninguna estación televisiva, sin la bulla que podría generar la llegada de Servando y Florentino, Marc Anthony, RBD, o cualquiera de esos artistas mediáticos, marqueteros y mercenarios cuyo talento es abismalmente menor que su propio ego.
Las noticias hablan de un festival de cine en Berlín cuyo mayor premio es el Oso de Oro. Una gringa de apellido Llosa y una hermosa ayacuchana de apellido Solier eran las grandes protagonistas de una victoria imponente, con autoridad, en tierras alemanas, en tierras donde pocos entendían a Magaly Solier que sólo habla español y quechua, esa lengua olvidada y cada vez más extraviada en el tiempo.
La película ganadora del 59° festival de Berlín es La teta asustada, una historia peruana, producida por peruanos y españoles, cuya protagonista es una mujer ayacuchana, testigo de los años miserables del terrorismo, que no era actriz la tarde que Claudia Llosa la conoció, en la plaza de aquel pueblo escondido en los parajes de Ayacucho.
La sonrisa de Claudia y la belleza de Magaly me demostraron que la predestinación existe, que tenemos un camino delineado, inexplicable, loco, indescifrable, mágico, inesperado. Dos mujeres de mundos tan lejanos como la tierra del fuego y el polo norte, dos mujeres que con su belleza y talento lograron que esta vocación cineasta cautivara al mundo, porque el mundo ya disfrutó la película ganadora del Oso de Oro 59°, nosotros los peruanos, aún no.
Sigo viendo los fragmentos de la premiación y me enamoro más de la sonrisa de Claudia Llosa, que sólo tiene 32 años, que es la ganadora más joven de este certamen, que es la ganadora con menos películas en su hoja de vida como directora de cine, porque La teta asustada es su segundo largo metraje, que es la ganadora con la película de menos presupuesto, a penas ochocientos mil dólares (cuando el promedio para la realización de una película es de setenta y cinco millones de dólares), que es la ganadora capaz de descubrir el talento escondido en las alturas de esta sierra tan lejana, esta sierra llena de mitos, de leyendas, de dolores, de historias tristes o sólo melancólicas como el aire que se respira en las alturas.
La teta asustada narra la historia de una mujer que lega el miedo a su hija por medio de la lactancia. El miedo provocado por la violencia sexual sufrida por la población andina en épocas del terrorismo, en épocas donde las mujeres eran victimas de la brutalidad de los terroristas y de los mismos hombres llamados a velar por la seguridad de la población, los miembros del ejército.
Valoro mucho la iniciativa de Claudia Llosa de regresar a lo andino, de buscar en nuestro legado indígena ese guión para la película perfecta. La historia de la película parte de las creencias indígenas de hombres y mujeres que explican a su manera este mundo lleno de violencia y terror. ‘El miedo te roba el alma’, ‘el miedo se pasa por la leche materna’, dice la película, es la forma de entender el daño provocado por una violación, la necesidad de evitar que la descendencia coja ese mal, esa enfermedad llamada miedo, ese terror vivido en el momento más crudo en la vida de una mujer.
Quise llorar de la emoción y de la cólera al escuchar hablar a Magaly Solier en quechua, esa lengua olvidada en las alturas, relegadas por el español, el ingles y, ahora el mandarín. Tal vez hablar quechua nos daría esa identidad que no tenemos, esa autoridad para decir que somos peruanos y que no somos sólo Cusco y Machupicchu. Hablar quechua es una deuda pendiente para mi, porque en Alemania no entendieron nada de lo que dijo Magaly Solier, pero aquí, en su tierra, tampoco (porque Magaly Solier dijo emocionada que hablaría en quechua porque su Perú la estaría viendo, algo que es mentira, porque sólo Lima y una que otra ciudad de la costa la vio, el Perú de donde ella viene no tiene cable, no tiene televisión a colores).
Humillemos de ahora en adelante a las personas que califican de ignorantes las vivencias y las historias indígenas. Defendamos nuestra identidad de peruanos, aquella que es vapuleada cada vez que nos rendimos ante un pequeño artista extranjero, un mediocre novio gringo o una vida lamentable lejos de lo nuestro, lejos de nuestra historia, la que no conocemos y a la que calificamos despectivamente.
El cine peruano esta de moda dicen por ahí, enhorabuena, pero dejemos de hacer películas mediocres, de esas cuyo final desolador siempre es conocido. Profundicemos un poco más, busquemos de donde venimos, no caigamos en el intento de copiar una sociedad ajena a nuestra realidad geográfica e histórica, entendamos de una vez por todas que nuestra fuente de riqueza está en nuestras alturas, esas a las cuales visitamos sólo para tomarnos fotos y hacer un poco de turismo, porque no soportamos la falta de oxigeno, el frío o su agreste relieve. Sigamos el ejemplo de estas dos mujeres y de esta teta asustada que representa más que un premio, más que la pompa de un certamen europeo, significa remover los fundamentos de los llamados a hacer cine, música, teatro, televisión, literatura, periodismo, y demás, representa apostar más por la locura de conocer lo que tenemos y mostrarlo al mundo.

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