jueves, 23 de septiembre de 2010

La piedra



Hace unos días, me puse a pensar en la mejor forma de cambiar las cosas. Meditaba en la diferencia que existe entre ‘hacer mucho’, ‘hacer’, o ‘no hacer nada’. Entendiendo por ‘hacer’ al movimiento, la acción, el dinamismo de nuestro cuerpo y mente en busca de un cambio. Me preguntaba si esa acción debe ser en cualquier momento o depende del ‘tiempo exacto’. El cambio solo se puede dar mediante un proceso, los procesos dependen del tiempo y quizá ahí podría dar por concluida mi explicación, pero la pregunta exacta es CUANDO debe comenzar el proceso de cambio. Es aquí que me entusiasma la idea de creer en el AZAR como el hacedor de todo lo mágico en este mundo. Creer que mismo ‘efecto mariposa’ una cosa traiga la otra y el azar corone una revolución estructural en los cimientos de este país, en la calidad de vida de las personas, en el pensamiento crítico y en la ética. Por otro lado, muchas personas creen que la ‘acción’ es el camino directo al cambio, a la transformación, lo cual es cierto, porque si nadie mueve la piedra del camino, lo más probable es que siga ahí por la eternidad, sin que nada cambie. La piedra necesita de un hombre que se agache, la coja y la mueva, de lo contrario, ella seguirá quieta, inmóvil. Por otro lado, quien coja la piedra puede hacer muchas cosas con ella. Puede levantarla y ponerla en un lugar más alto del suelo, puede cogerla y lanzarla contra otra piedra, puede usarla como proyectil y matar a un animal o a otro ser humano. En todas esas acciones existe un cambio, la pregunta sería, qué tipo de cambio buscamos.
Por otro lado, considero que la estática también tiene su encanto. Si la piedra no se mueve, no hace nada, está quieta, cualquiera diría que es una perezosa, un estorbo, una pérdida de tiempo. Yo diría que depende de dónde está la piedra. Si la piedra está en el suelo, abandonada a su suerte, seguramente sea verdad dicha afirmación, porque digamos que no tiene ninguna energía más que su inercia (propiedad de la masa que se define como la oposición al primer movimiento) pero, si la piedra está a una cierta altura del suelo, quieta, inmóvil, entonces podemos decir que su posición es engañosa, porque puede estar estática pero además de su inercia contaría con energía potencial (gracias a la altura que se encuentra del suelo). Entiéndase por energía a lo que permite el cambio de estado, el poder que transformaría las cosas. Si la piedra tiene energía, significa que el ‘azar’ podría moverla hacia cualquier dirección (con un pequeño empujoncito) y así liberaría toda esa energía convirtiéndola en movimiento (energía cinética) y si la piedra se encuentra en un despeñadero, podría generar una pequeña avalancha. La idea es poner la piedra a una cierta altura. Si la piedra es la metáfora del ser humano, entendemos por energía el conocimiento necesario para que el azar haga magia. La altura es la cantidad de conocimiento, la cantidad de preparación, la cantidad de crítica, de actualidad, que el hombre necesita para conocer su entorno. Contra más alto estés del suelo, mejor perspectiva del mundo, mejor panorama. Así podemos comprobar que la dinámica no es todo. La estática, durante el tiempo correcto, también puede convertirse en un agente de cambio potencial. La estática permite una mejor calidad de movimiento durante la dinámica. Todo fluye. Pero ahora, alguien me podría preguntar cuál es la altura y el tiempo precisos. Eso es un tema que se lo dejo al azar. En realidad el tiempo en el que nos toque hacer algo por cambiar el mundo, el tiempo exacto para la verdadera revolución (si es que somos los llamados para liderarla) es un indescifrable capricho del azar. Solo nos queda prepararnos, estudiar, leer, criticar y congregar con otras mentes que también buscan el cambio sustancial. El proceso es largo y doloroso, por eso desde el anonimato debemos vivir una correcta estática, elevémonos y carguémonos de la energía que algún día, antes de nuestra muerte, utilizaremos en forma dinámica para el cambio de nuestro país, de la Humanidad. Dios escuche nuestros ruegos.      

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