domingo, 26 de septiembre de 2010

3 de Octubre: Eclipse Anular de Sol



Si me preguntan por quién votar en estas elecciones municipales del 3 de octubre, mi respuesta se perdería en meandros llenos de explicaciones y retóricas que me llevarían a la conclusión fatalista de no tener absolutamente nada claro. A veces caigo en el juego perverso de los medios de comunicación, que con sus artimañas y tretas buscan confundir, o lo que es peor, dirigir la conciencia y el voto de los electores. Me parece grotesca la intervención abusiva e ilegal del grupo de la corrupción, de la cúpula Fuji-Montesinista, que lanzó esos audios apócrifos de la candidata Lulú (así llamada cariñosamente a Lourdes Flores) donde deleznaba y vilipendiaba el masacrado puesto de alcaldesa de Lima. Me horroriza pensar que la izquierda radical recobra vida con la aparición relampagueante de Susi (así llamada cariñosamente a Susana Villarán) porque me hace sospechar que aún existe gente enterrada en el pasado, atorada en el recuerdo de un sistema fracasado y mediocre. La izquierda en el Perú y el mundo (pero sobre todo en el Perú) terminó lapidándose por la mediocridad de su gente, por la ineptitud y populismo de sus líderes. Por mi parte, por mi sangre roja, puede existir la inclinación por la justicia social y por la repartición homogénea de las riquezas. Puede existir en mí la necesidad de ir en busca de una restructuración, una reingeniería, un cambio radical desde los cimientos, aplacando la corrupción y la falta de ética, poniendo mano dura y siendo implacables al momento de sancionar, pero, ahora estoy sumamente convencido que el peor enemigo de la izquierda es su propia y supina mediocridad, esa facilidad engañosa de palabra, esa retórica flamígera que solo sirve para levantar ánimos y quemar llantas, pero que con el poder una vez en hombros, no son capaces más que de enterrar y hundir aún más lo que buscan salvar.
Tampoco creo en la derecha abusiva, en la violencia contra el más pobre, en las diferencias sociales marcadas por el dinero o el color de piel. Desconozco los convenios donde el rico sale ganando y el maltrato de los grandes capitalistas para con sus obreros, a los cuales creen descartables, como si fueran vasos de plástico. No comparto la opresión, no comparto el aniquilamiento de la educación, la violación de la cultura y el acceso a la información. Desprecio la frivolidad del dinero como justa medida de existencia. No creo completamente en el libre mercado sin las condiciones para que el más chico también pueda ganar. Creo en el reflote económico de las partes marginadas, no creo en que el pobre debe ser más pobre y estar con los pobres y que el rico debe ser más rico y estar entre ricos. Critico a esos gobiernos que no cuidan y protegen su industria. Lamento que no haya desarrollo de ciencias y tecnologías. Odio la corrupción, la misma que la derecha y la izquierda han tenido como principal aliada.
A pesar de que los líderes de la derecha no son tan locuaces y encantadores como sus antagónicos, sus disertaciones están plagadas de la misma mentira y demagogia, sin ningún pudor ni reparo, a darse su justificado baño de pueblo, amaneciendo en cerros, caminando por conos, con el único afán, con la única meta, de embriagarse una vez más del poder. Por eso no puedo votar ni por Lulú ni por Susi. Pero algunas veces mi corazón rojito me incita a inclinar mi favoritismo por Susi, mis ganas de creer se renuevan con esta lideresa encantadora y jovial, con aire de hippy y moderna total, en contra posición a la cucufata y virginal Lulú, que no es tan encantadora y sí más pituca y tonta, tonta porque no tiene olfato político, porque quizá es ingenua y leal o muy descarada y sinvergüenza, sobre todo al enterarnos que fue asesora de un casi condenado narco. Por otro lado me gustaría votar por Lulú porque no soporto que Bayly la castigue con la mayor crueldad todos los días. Porque sospecho que Bayly tiene una alianza clandestina con el fujimorismo y por consiguiente necesita destruir la derecha pituca y dividir la izquierda entre radicales y moderados. Tampoco puedo votar por Susi gracias a la gente que la acompaña en su equipo de trabajo. Tampoco por Lulú porque es tonta (démosle el beneficio de la duda), al tener una vinculación directa con un casi narco. Ni por Susi porque recibe el apoyo de Bayly, cuya productora es fujimorista y apoyó a la campaña de Fujimori en la reelección del 2000, mientras que hoy por hoy, Bayly apoya a Keiko Fujimori, aun sabiendo que es la continuación de la enfermiza megalomanía política de una mujercita y su padre, que no han hecho nada para merecer la presidencia, como tampoco Keiko hizo nada en el 2006 para ser congresista, más que bailar y llevar a su esposo gringo a todos lados, sobre todo a los conos, y ganarse así, el voto de gente ignorante y humilde que el gobierno de su padre procuró no educar.
La prensa cree ser el cuarto poder del estado y se carga sobre sus hombros la responsabilidad de darnos masticado el acontecer político diario. Ellos nos ponen la plana del día, nos dicen qué hablar, nos dirigen cómo opinar y por quién votar. NO, no debemos permitir que la prensa cumpla un papel tan preponderante en nombre de la libertad de expresión. No debemos permitir que la prensa tenga intereses políticos, que se parcialice con un candidato y que la publicidad nos venda el voto que es nuestro. De la misma forma que las encuestas, que ahora nos cuentan el final de candela del esperado 3 de octubre. Yo no votaré ni por Lulú ni por Susi por la simple satisfacción de mandar a la mierda a las encuestas, a la prensa, a la derecha y a la izquierda, votaré por otro candidato o marcaré en blanco, pero no sucumbiré a la manipulación grosera de los medios, obligándome a votar en una falsa democracia donde me ponen dos candidatos y me dicen… ¡ELIGE!... No, no aceptaré que ese sistema maniatado se burle de mi interés por el cambio en el país. No debemos olvidar que democracia significa del pueblo para el pueblo, y no del pueblo para intereses individuales. El interés de las masas supera el interés individual, ahora el tema es definir cuál es el interés del pueblo, qué es lo que buscamos como nación. Mientras la ignorancia y la oscuridad gobiernen nuestras mentes, jamás podremos saber qué es lo que queremos. Pero eso, será motivo para otro artículo. Buenas noches.

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